El bar invitaba a la conversación.
Era un encuentro esperado y buscado.
Saqué la grabadora y la dejé sobre la mesa. Bien visible. Desde el primer instante pasó desapercibida. Desapareció.
Con algo de audacia y suerte, como no, todo fue bien. Mejor incluso de lo esperado.
Resultó un encuentro muy animado, en el que se dijeron muchas cosas interesantes, creo recordar.
¿Cómo que crees recordar? No me digas que olvidaste darle a grabar.
No. La grabadora funcionó y grabó, pero no registró lo que yo creía.
Y es que cuando escuché lo grabado, por algún motivo, el ruido de fondo tapaba totalmente la conversación.
Se escuchaba un tintineo de vasos, tazas, cucharas, un murmullo de fondo que ahogaba las palabras, se oían mejor mincluso conversaciones de las mesas de al lado.
¿Cómo puede ser, qué falló?. Yo escuchaba perfectamente, centrado en la conversación, en las siguientes preguntas, en que las respuestas fuesen bien razonadas; no había tanto ruido, ni mucho menos
¿Qué falló?