Siempre feliz

¿Te gustaría ser o estar siempre feliz?


¿Quién podría resistirse a tal propuesta?
¿Dónde hay que firmar?

Robert Nozick, filósofo Norteamericano fallecido en 2002,  se hizo esta pregunta e ideó un supuesto con el que enfrentarnos a este «no dilema». Es un experimento mental, al que denominó Máquina de Experiencia (también llamada Máquina del placer)

No me pude resistir a poner este “parecido razonable”, pido disculpas.

Supongamos una máquina…

Nozick nos pide que imaginemos una máquina que pueda brindarnos todas las experiencias deseables o placenteras que podamos desear. 

Esa máquina, a la que de alguna forma estaremos conectados, nos sume en unas vivencias indistinguibles de las reales: son por tanto vivencias REALES para nosotros y que provocan sensaciones REALES (las sensaciones is que serían 100% reales)

Hay una condición: si aceptamos, pasaremos el resto de nuestra vida atados a esa máquina, viviendo esa experiencia FALSAMENTE REAL para siempre, para el resto de nuestra vida, sin ser consciente de que es un sueño. Pero siempre felices.

En sus conjeturas, Nozick se carga de un plumazo el sueño hedonista, ya que anticipa que muy pocas personas aceptarían tal propuesta.

Es cierto que el planteamiento de Nozick adolece se puntos flacos (a pesar de rehacer en 1989 en «Meditaciones sobre la vida», la forma en que describía la máquina, que en el trabajo original daba un poco de miedo).

Pero  múltiples autores posteriores abordaron de diferentes formas el mismo problema y todos concluyen que efectivamente atarse a la máquina nunca sería una opción mayoritaria, a pesar del atractivo de ser totalmente feliz para siempre.

Quizá el estudio posterior más detallado lo hizo Felipe de Brigard en la Universidad de Duke, del que hace un buen análisis en este artículo de Psychology Today

¿Nos enchufamos a la máquina?

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