Quién se aproxima por primera vez a GTD® lo percibe un sistema extremadamente rígido.
De hecho en muchos casos es tanto motivo de crítica para quién lo observa desde la distancia, sin haberlo probado realmente, como causa de abandono para quién se acercó a practicarlo sin guía alguna y con poca confianza.
Sin embargo, en cuanto se profundiza en la metodología, bajo el capó del sistema se descubre flexibilidad, mucha flexibilidad dentro, por supuesto, del necesario control.
Lo que GTD® promueve realmente es huir de la planificación milimétrica, que suele ser imposible de cumplir y obligaría a un gasto continuo de energia recomponiendo los planes de nuevo.
Una vez te acostumbras, esa flexibilidad te permite decidir sobre la marcha qué toca hacer de la lista que acabas de desplegar. Para un observador externo estarás improvisando
Una vez llegado a ese punto, ya no hay vuelta atrás, te quedas atrapado.
La sensación de tranquilidad es enorme.
Según dónde estés, con quién estés, el tiempo disponible y el momento, eliges hacer lo que más te aporta, lo que más te conviene, lo que más necesitas, lo más adecuado, para eso tienes tus listas.
Si de repente surge “un fuego”, lo atiendes: en cuanto lo resuelvas puedes tranquilamente volver a lo que estabas: Control absoluto dentro del caos
Hay que acostumbrarse a Improvisar, el exceso de planificaciones anticipadas con frecuencia valen de poco.
Un efecto colateral, peligroso, que no debe pasar desapercibido se desprende de lo que Sergio mencionó de pasada en un post reciente, refiriéndose al exceso de planificación anticipada.
Sin embargo, cuando diseñas ese tipo de planes inútiles tus sentidos se vuelven torpes y poco receptivos, porque están enfocados en atender a una ruta ya diseñada. Nada nuevo se revela ante ti porque te has encargado de no necesitarlo.
La cultura de improvisar, entrena y educa el estar atento, lo convierte en un hábito, inconsciente, sin esfuerzo, pero siempre ojo avizor; Y eso, también sin querer, permite descubrir: Descubrir hechos, interpretar situaciones, interconectar antecedentes y consecuentes, evaluar reacciones, identificar patrones… o sea permite aprender; de hecho esta continua interacción con el medio coincide con la visión que Piaget tenía de “inteligencia”
Para Piaget toda conducta se presenta como una adaptación o como una readaptación. Para Piaget, entonces, la inteligencia resulta de un proceso de adaptación que se verifica permanentemente entre el individuo y su ámbito socio cultural. Este proceso implica dos procesos inseparables y simultáneos: 1-La transformación del medio por la acción del sujeto; permanentemente y de manera activa el individuo interactúa e interviene en su entorno lo que le permite integrarse a él y conocerlo mediante un mecanismo que Piaget denomina asimilación. 2-La continua transformación interna del sujeto, ya que cada nueva experiencia con el medio o consigo mismo implica una modificación de las estructuras mentales y comportamentales preexistentes, a los fines de acomodarse a la nueva situación. Es lo que Piaget denomina acomodación. Asimilación y acomodación, son dos procesos complementarios y permanentes, ellos hacen posible la construcción y afianzamiento de estructuras mentales (inteligencia) ellas permiten la adaptación al mundo en el que el sujeto vive.
La cultura de improvisar, nos saca de la complacencia del “todo está controlado”, y nos enseña a adaptarnos a medida que el entorno evoluciona.
Cada día se aprenden unas cuantas cosas nuevas (si estás atento, claro)