La sociedad occidental capitalista, consumista, siempre ávida de nuevas productos que vender y comprar, incorporó no hace mucho la meditación como ingrediente fundamental de mejora de nuestra experiencia vital.
Ya que la terminología vende, hay que aplicarle un cierto halo de misterio, algo oriental, místico, profundo, ritual… resultado: El Mindfulness, que podría traducirse como “atención plena”.
Término un tanto vago.
He buscado, intencionadamente, una definición más precisa de Mindfulness.
He encontrado cosas muy dispares, demasiado. Paso a enumerar, citando en cada caso link y a la fuente. He buscado también en asociaciones o grupos que promueven su práctica de manera oficial u oficiosa, quienes deberían tener clara “la cosa que promueven”.
He encontrado que Mindfullness es:
(1) “estar atento de manera intencional a lo que hacemos, sin juzgar, apegarse, o rechazar en alguna forma la experiencia. Es una práctica basada en la meditación vipassana” (Wikipedia)
(2) “El Mindfulness puede considerarse una filosofía de vida que incluye la práctica de la meditación” (Psicología y Mente)
(3) “Algo muy difícil de expresar con palabras; es ese momento de conciencia pura que se produce cuando nos damos cuenta de algo y que dura una fracción de segundo, pues enseguida la mente elabora y transforma esa experiencia» (Asociación Española de Mindfulness y Compasión)
(4) “Mindfulness, además de meditar, es vivir con ciertas actitudes de amabilidad, aceptación, compasión, no-juzgar, paciencia, mente de principiante, desapego, confianza, de las que hemos ido hablando en otros posts. Es una actitud personal ante la propia vida” (Pilar Navarro Colorado – Consultora en Mindfulness)
(5) “Mindfulness permite reconocer lo que está sucediendo mientras está sucediendo, aceptando activamente el fluir de la experiencia tal cual se está dando” (Sociedad Mindfulness y Salud)
(6) “La Atención Plena nos ayuda a reconectarnos con nosotros mismos para aliviar el estrés” (Psicoactiva)
(7) “La práctica del mindfulness tiene el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas en unos términos muy concretos y de forma demostrable, dejando a un lado y sin entrar en filosofías, creencias y religiones personales” (Instituto Europeo de Psicología Positiva)
(8) “Las definiciones de mindfulness son desconcertantemente variadas” (El País – artículo)
Haciendo un esfuerzo por entender exactamente a qué se refieren y leyendo con calma todas estas fuentes, compruebo que los nexos entre todas ellas son (a) que un vehículo para llegar al mindfulness es la “meditación” y (b) que se llega a un estado de “conciencia plena que nos permite reconocer lo que está sucediendo mientras está sucediendo» (sic)
Soy obstinado, por lo que recurrí a buscar entre literatura científica: algo experimental y concreto tiene que haber.
¡BINGO!
Parece que si hay algún estudio serio al respecto, aunque sus conclusiones no buscan agradar a nadie, sino confirmar hipótesis o no.
Más que un estudio, es un metaestudio realizado en 2018 por Ute Kreplin, Miguel Farias e Inti A. Bazil, y publicado en la prestigiosa revista Nature – Scientific Reports, con el título de The limited prosocial effects of meditation: A systematic review and meta-analysis.
Resumen de las conclusiones:
Meditar / practicar Mindfulness (sea lo que sea), relaja, ayuda a desconectar, pero más allá de eso no aporta NADA.
No es mejor que relajarse viendo la televisión
La meditación no tiene ningún efecto significativo sobre el nivel de agresividad, los prejuicios o el grado de conexión social de quienes la practican […] La conclusión es que meditar no nos hace más empáticos ni menos agresivos que, por ejemplo, ver un documental de naturaleza.
Las conclusiones añaden:
Se identificaron cinco tipos de comportamientos sociales: compasión, empatía, agresión, conexión y prejuicio. Aunque encontramos un aumento moderado en la prosocialidad después de la meditación, un análisis posterior indicó que este efecto estaba calificado por dos factores: tipo de prosocialidad y calidad metodológica. Las intervenciones de meditación tuvieron un efecto en la compasión y la empatía, pero no en la agresión, la conexión o los prejuicios. […] Además, descubrimos que los niveles de compasión solo aumentaban bajo dos condiciones: cuando el maestro en la intervención de meditación era coautor del estudio publicado; y cuando el estudio empleaba un grupo de control pasivo (lista de espera), pero no activo.
El diario El Español hizo una buena reseña de este estudio ese mismo año (2018), aunque el título parece un tanto tendencioso y también Microsiervos le dedicó un bien documentado artículo al respecto.
Moraleja: una práctica que funciona como parte INDIVISIBLE de una religión (Budismo) no se puede aislar y exportar como subproducto de marketing de autoayuda, aprovechando las carencias de una sociedad falta de formación crítica y que abraza las propiedades mágicas que se atribuyen a cualquier práctica.
Farias y sus colaboradores advierten de que sus conclusiones "no invalidan las proclamas del budismo o de otras religiones sobre cómo sus creencias y prácticas pueden tener valor moral y el posible potencial de cambiar la vida de sus practicantes". De hecho, apuntan que Occidente ha malinterpretado el budismo apartándolo de su tradición religiosa para convertirlo en una especie de gimnasia mental: "líderes intelectuales de las religiones del sur de Asia han subrayado que, para la mayoría de las formas del budismo, el medio más valioso para alcanzar la profunda transformación personal no es la meditación sino el estudio de las sagradas escrituras”.