Si en la peluquería de un pueblo hay dos peluqueros y uno lleva el pelo muy mal cortado y el otro muy bien cortado, ¿a cuál le pedirías que te atendiese?
La respuesta inmediata es elegir al que tiene el pelo bien cortado.
Pero si te paras a reflexionar, concluirás que lo más probable es que cada peluquero le haya cortado el pelo al otro, por lo que si sólo hay dos peluqueros, el que lleva buen corte será por el buen hacer del otro.
Cada día tomamos miles de decisiones. Miles.
Unas pequeñas, minúsculas de efecto inmediato. Otras de enorme trascendencia, aunque quizá sus consecuencias estén aún lejanas.
¿Qué ropa me pongo hoy?, ¿invierto en esto?, ¿contesto de forma airada?, ¿leo este libro?, ¿salgo de paseo?, ¿A quién voto en estas elecciones?
Todas esas decisiones marcan nuestro futuro en mayor o menor grado, y sus consecuencias influyen en otras decisiones, que a su vez influyen en otras decisiones… un “efecto mariposa”
Fíjate en la foto que hay a continuación.
¿A cuál le confiarías tus pertenencias en el aeropuerto mientras te diriges un momento al mostrador?
La decisión la estamos tomando utilizando un heurístico de representatividad.
Un heurístico es una regla que aplicamos intuitivamente y que nos permitirá tomar una decisión casi instantánea, pero no es fruto de ningún análisis.
En este caso, al individuo de la foto lo asociamos a un estereotipo que percibimos como amenazante, nos produce desconfianza y lo evitamos.
En decisiones intelectuales, no sólo las de supervivencia, también echamos mano de heurísticos que nos eviten pensar mucho (con el volumen de decisiones que tomamos diariamente, no es mala solución).
La publicidad, la política, el marketing… saben que manipulando ciertas variables muy elementales, consiguen aumentar enormemente que nuestras decisiones (de compra, de voto, de disciplina, de toma de postura…) se encaminen en una dirección planeada.
Algo que nos muestran con frecuencia nos acabará resultando familiar y lo aceptaremos con mayor facilidad.
Utilizar ciertos estímulos (incluso aunque pasen aparentemente desapercibidos), provoca respuestas predecibles antes otros estímulos que aparentemente poco tiene que ver. Esto se denomina priming.
En este experimento, los «usuarios/as» contribuyen económicamente de forma más generosa cuando un póster de unos ojos mirando fijamente preside la sala, que cuando lo hace una foto de unas flores:
La primera semana del experimento (que puede verse en la parte inferior de la figura), unos ojos muy abiertos miran fijamente a quien se sirve el té o el café, cuya contribución media era de 70 peniques por litro de leche. La segunda semana, el póster muestra flores, y las contribuciones medias son de alrededor de 15 peniques. La tendencia continuaba. Los usuarios de la cocina contribuyeron de media con casi tres veces más dinero en las «semanas de ojos» que en las «semanas de flores». Era evidente que un recordatorio puramente simbólico con el que uno se sentía observado empujaba a la gente a comportarse de distinta manera. Como se esperaba, este efecto se producía sin la menor conciencia. ¿Creerá ahora el lector que él mismo también habría tenido el mismo comportamiento? Daniel Kahneman (Pensar Rápido Pensar Despacio) “La máquina asociativa”
Nos basamos en la fragilidad de nuestros recuerdos, en lo fácil que los podamos recuperar de la memoria, en estadísticas y correlaciones fruto de nuestra imaginación, en prejuicios…
Quizá nunca te hayas parado a pensar porqué eliges una cosa y no otra.
Quizá te importe un comino
o quizá no.
Es tu decisión.