Gamificar… aprender jugando …qué bien suena, para los niños.
¿Y cómo se traslada eso al mundo de los adultos?
No se traslada. Solamente se adapta una idea muy elemental y al mismo tiempo muy, muy potente: la recompensa.
Detrás de cada logro, de cada progreso, de cada meta, se nos ofrece una recompensa.
Es la base del aprendizaje: cuando de cierta acción se obtienen resultados satisfactorios, tendemos a repetir esa acción y además si se repite el número suficiente de veces, creamos una asociación entre el estímulo, la acción y la recompensa, de tal manera que anticipamos el “premio” incluso antes de haberlo obtenido.
Si además lo adornamos del “reforzador social” que es una tabla de puntuaciones más o menos pública, logros fáciles de medir y de obtener (percibimos que progresamos), metas de intervalos o escalones cortos (el esfuerzo compensa)…
Así creamos hábitos o adicciones.
Funcionamos así.
Estamos estudiados; estamos medidos; estamos planificados.
¿O no?