“Yo soy yo y mis circunstancias” es una de esas frases míticas que todos conocemos.
Está extraída del libro Meditaciones del Quijote (José Ortega y Gasset 1914)
La frase real y completa es “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.
Catalogar, categorizar es necesario. Nos ayuda a comprender el mundo que nos rodea.
Nos ayuda a tener sensación de control, a anticipar eventualidades, a “descargar la mente”.
Pero el problema es que al describir comportamientos, la personalidad, la IDENTIDAD, catalogar encasilla, limita, no siempre describe y por supuesto, rara vez predice.
A veces es necesario explicar el qué, cómo, cuándo, por qué y para qué; lo que viene a ser “dar contexto”; las circunstancias que rodean un hecho.
La respuesta es sencilla: no sabemos que factores van a estar presentes e influir la siguiente vez que nos encontremos ante una toma decisión: cuales serán nuestras circunstancias y eso condicionará totalmente nuestro comportamiento, nuestra actitud, nuestra reacción.
Circunstancia es el pasado, nuestras experiencias, lo que hacemos con más frecuencia porque nos resultó útil, y lo aprendimos. Lo que dejamos de hacer porque no compensaba y lo olvidamos, lo que vimos hacer a nuestro alrededor y lo hicimos nosotros también.
Circunstancia es el presente, el momento del día, el estado de ánimo, con quién nos cruzamos, con quién hablamos, cómo nos responden, cómo nos miran, qué nos hacen sentir, qué leemos, dónde nos encaminamos.
Circunstancias es el futuro cercano, la compra online que nos llegará mañana, la excursión planeada para el fin de semana, el examen que nos espera en un mes, lo que nos espera al otro lado de la puerta o a la salida del trabajo.
Parte de esa circunstancia está bajo nuestro control, otra parte no.
Sólo tenlo presente cuando actúes y tenlo presente cuando actúen los que te rodean, verás como todo es mucho más fácil de entender, incluso de moldear.
Tu lo agradecerás y “los otros” te lo agradecerán.